El año del confinamiento aumentó en España los lectores frecuentes, pero apenas consiguió otros nuevos. ¿Qué se puede hacer?
Los lectores españoles pasaron de 68.5% en 2019 a 68.8% en 2020, mientras que el 36% no lee nunca un libro, según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros. Editores, libreros y escritores reflexionan sobre qué hacer para aumentar los índices de lectura
La relación de los españoles con la lectura de libros es una historia de ascenso lento, fidelidad y misterio. De fidelidad y buenas noticias porque los lectores frecuentes salvaron el año 2020 al aumentar sus índices de lectura, pasaron del 50%, en 2019, al 52,7% y alcanzaron durante el confinamiento el récord del 57%. Y es una relación de misterio porque en el año del confinamiento, en el cual se habría podido dar un salto importante en el hábito de lectura general, la media del año aumentó solo un 0,3%: pasó del 68.5% de 2019 al 68.8%. Es el incremento más bajo de la última década (en 2010 era de 60,3%), según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España en 2020, presentado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) y el Ministerio de Cultura.
“Somos una gran potencia editorial, pero no de lectura”, reconoció Patrici Tixis, presidente en funciones de la FGEE y presidente del Gremio de Editores de Cataluña y director de Comunicación corporativa del Grupo Planeta, en la presentación del Barómetro de manera virtual el viernes 26 de febrero. Tixis expresó el optimismo del sector porque el resultado había podido ser peor teniendo en cuenta las circunstancias excepcionales de la covid-19 que obligó al cierre de librerías, por ejemplo.
España ofrece una gran variedad de títulos en todos los géneros literarios y temáticas (se registran más de 75.000 títulos anuales) tanto en español como de traducciones de múltiples idiomas (más del 20% de la oferta) y la red de librerías se mantiene y se ha adaptado a los últimos cambios.
El 64% de los encuestados mayores de 14 años tiene la lectura como una actividad de ocio, en su tiempo libre. Un 23,1% lee por trabajo o estudios. Esto significa que el 36% de los españoles no lee libros nunca o casi nunca. Las mujeres siguen siendo quienes más leen con un 59% frente a los hombres con un 46%. El comportamiento de lectores frecuentes, ocasionales y no lectores en los últimos años se aprecia en la siguiente infografía:
- Qué hacer para conquistar lectores de verdad.
Los libros, según el 81% de los encuestados, les ayudaron a sobrellevar mejor la cuarentena “con beneficios como el entretenimiento o la desconexión, también proporcionó alegría, tranquilidad y relajación”, destaca el Barómetro.
Y es ahí donde aparece el misterio: ¿Dónde fueron a parar esos lectores después del confinamiento? Son lectores peregrinos, puntuales, que disfrutaron al descubrir la lectura en el encierro, pero una vez terminado solo continuó con la lectura el 0,3%. El poco aumento está en que mientras la lectura como ocio aumentó, la de hacerlo por trabajo o estudios descendió casi 7 puntos, explica el presidente en funciones de la FGEE.
Esto significa que la reconciliación o descubrimiento del placer de la lectura fue una ilusión y solo un refugio puntual de la cuarentena. ¿Por qué pasa esto? ¿Qué se puede hacer para que esos lectores descubran, de verdad, los beneficios de la lectura de libros?
El lector joven es una franja a trabajar simultáneamente en varias direcciones, recomienda Patrici Tixis. La primera dirección, añade, “es que los editores, cada uno individualmente, debemos reflexionar sobre cómo mejorar nuestra oferta editorial para conectar con mayor facilidad con los jóvenes. La adolescencia es siempre un periodo muy especial en la vida de las personas, pero precisamente por eso los libros pueden ser de gran ayuda”.
Otro aspecto clave, reclama Patrici Tixis, tiene que ver con la implicación de la familia y de la propia escuela “al enseñar los grandes placeres y las grandes aportaciones que la lectura puede hacer a nuestras vidas. Los libros nos abren una ventana a experiencias de otras personas que han vivido situaciones parecidas y nos enseñan que no estamos solos en el mundo con nuestros problemas”.
En Liber 2020 pasado, el Ministerio de Cultura inauguró la llamada Mesa del Libro donde participan el Gobierno y diferentes actores de la cadena del libro. Elobjetivo es analizar la situación de este ecosistema cultural y empresarial en aras de mejorar los índices lectores, venta de libros, apoyo a librerías, etcétera.
El punto en el que están, cuenta Tixis, “es el de identificar los principales aspectos que hay que trabajar para conseguir un gran pacto de estado por el libro y la lectura”.
Ahí estaría gran parte de la clave del éxito: las bases para crear lectores de verdad. Un proyecto que no termina de asumir ningún gobierno de manera seria. Editores y libreros lo han expresado en múltiples ocasiones. El nuevo Plan de Fomento de la Lectura 2021-2024 se presentará antes del verano, anunció el José Manuel Rodríguez Uribes, ministro de Cultura.
La situación actual de España por comunidades se aprecia en la siguiente infografía:
- Reivindicar al libro como sector económico fuerte.
Para Luisa Ortigosa de la librería Cascanueces, en A Coruña, con una oferta para todos los públicos especializada en literatura infantil y álbum ilustrado el último Barómetro de Hábitos de Lectura “no ofrece datos para un excesivo optimismo, demuestra que le lectura es un hábito fundamental para el que lo adquiere y, además, beneficioso”.
Luisa Ortigosa, que conoce muy bien el público donde se crean las bases de los buenos lectores, asegura que el sector debería aprovechar los datos del Barómetro “para hacer una profunda reflexión que nos permita aprender, corregir errores, y, sobre todo, ganar autoestima como sector aunque sin triunfalismos”. Ortigosa resumen su reflexión en cuatro puntos:
1.- Los aumentos en los índices de lectura son mínimos en un entorno que, objetivamente, podría ser muy favorable, aunque es cierto que la lectura por ocio ha aumentado de manera importante (casi 5 puntos) compensando la bajada de lectura por trabajo o estudios. Esto no viene más que a demostrar que el hábito de lectura no se adquiere de un día para otro, necesita políticas serias de fomento que impliquen a todo el sector y no simplemente subvenciones que tapen bocas.
2.- El sector del libro ha demostrado ser el sector fundamental de nuestra economía que algunos llevamos reivindicando toda la vida, un sector que ha sabido amoldarse a las circunstancias excepcionales, y, tras el impacto inicial generalizado, no ha parado máquinas gracias a su capacidad de adaptación.
3.- Los españoles que necesitan los libros para vivir merecen el respeto de todos porque así lo han demostrado en estos meses difíciles. La pandemia solo ha cambiado dónde compran, ayudándoles a redescubrir las librerías. Estas deberían reflexionar sobre la forma de no dejar que el público que ha vuelto a ellas se vaya cuando todo se normalice.
4.- Todo lo anterior se refleja en una bajada de venta anual muy ligera (se llegó a hablar al comienzo de un 40% cuando apenas ha llegado entre el 4%). El sector del libro debe reivindicarse como un sector económico fuerte, que genera PIB, exporta y crea marca de país, incluso en los peores momentos.
- «Los que no leían no han pasado a leer».
Los datos son agridulces en un año en el que el sector perdió los dos momentos más populares en cuanto a lectura, venta y difusión: Sant Jordi o Día del Libro y las ferias del libro de las diferentes ciudades que suelen ser en primavera, pleno confinamiento. Lo recuerda Jesús Trueba, de la librería madrileña La Buena Vida y que estuvo en el equipo que puso en marcha la plataforma online de librerías independientes Todostuslibros.com
Trueba recuerda que durante la crisis económica entre 2008 y 2012 se habló de que esta no iba a afectar al mundo del libro porque la gente iba a encontrar en el libro y la lectura una salida económica y muy rentable de placer. Los editores y responsables de grupos editoriales consideraron al libro como un valor seguro. Pero, explica Trueba, se olvidaron, como dice Luisa Ortigosa, de que el hábito lector no se hace la noche a la mañana.
“Nadie para quienes el ocio familiar consistía en pasear el fin de semana de repente iba a buscar refugio en leer. En el confinamiento pasó lo mismo: muchos pensaron que la gente al estar en sus casas iba a leer más. Es decir, que la gente que de manera habitual ve y/o juega al fútbol, toma cañas en los bares o que se entretiene en las redes e internet como su principal fuente de ocio se esperaba que iban a leer, pero no fue así. Los que no leían no han pasado a leer. Lo que sí ha podido haber es que el lector casual ha leído más y el lector frecuente ha duplicado su lectura”.
Y es en esos lectores donde, tal vez, dice Trueba, se ha visto una ampliación en la elección de libros y lecturas. Porque esas personas en el mercado online han pedido libros que no vendías en la librería física. El mercado online, explica Trueba, «ha ampliado el campo de elección del gusto por los libros. La venta en librerías subió solo un 3,6% (pasó del 67.5% al 71,1%) que es alto teniendo en cuenta las circunstancias y sin ferias ni Sant Jordi, pero ha habido un desplazamiento a la venta online”.
El canal de venta por internet es el que más creció en 2020: pasó del 31,9% al 38,4%. Aunque la compra en librerías independientes, las de barrio, siguen siendo los principales espacios de compra de libros con el 71,1%.
En el año del confinamiento la lectura digital tampoco dio un gran salto. La gente prefirió el libro impreso. El incremento de la lectura digital fue de 1,2%: pasó del 29,1% de 2019 al 30.3% en 2020.
Las biblotecas descendieron el número de vistas por obvias razones, pero siguen siendo un lugar esencial apra el fomento de la lectura como se puede ver en la siguiente infografía:
- Crear un modelo de lectura sostenido en el tiempo.
Más allá de cifras puntuales de un año difícil y complejo se puede ver que en España las cifras de lectores han aumentado, y durante el confinamiento fue muy alto, señala Juan Casamayor, editor de Páginas de Espuma, una de las editoriales más actividad durante el confinamiento.
La experiencia de Páginas de Espuma durante el confinamiento con sus diversas actividades digitales, desde presentaciones de libros hasta talleres de edición donde los inscritos pagaban con la compra de un determinado número de libros en las webs de las editoriales, es que hubo una permeabilidad de lectura. Casamayor revela que su editorial facturó más de un 7% que en 2019.
El editor reconoce que a las librerías independientes que antes de la pandemia ya trabajaban bien sus webs les fue mejor durante el 2020. La otra noticia positiva para Casamayor es que el libro, el tema de los libros, ha recuperado o ganado protagonismo en los medios de comunicación como una opción importante. Dos de los aspectos que más preocupan, añade, es la red de librerías y los niveles de exportación.
Sobre qué hacer para seducir y retener a esos lectores que llegaron durante la pandemia y marcharon pasa por medidas globales de la formación de lectores en la infancia y preadolescencia:
“Hay que implementar políticas que pasen por la educación. El momento de la lectura vendrá de la mano de la lectura a nivel escolar en todas las franjas de edad. Hasta que no tengamos un modelo de lectura en colegios e institutos que sea válido y sostenido en el tiempo no podemos hablar de seguir creciendo. Además de la educación y campañas debe haber ayudas económicas al mundo de las librerías. Se necesita un programa económico y cultural de una política inquebrantable para fortalecer a esos lectores”.
- ¿Qué piensan los escritores?
Y ¿qué opinan los escritores? aquellos que crean lo que la gente lee: La poeta, narradora y editora Elena Medel, autora de la novela Las maravillas (Anagrama), no tiene claro si el fomento de la lectura debe recaer en quienes escriben o editan. Considera que, en el fondo, deberían centrarse en eso: en escribir o en editar, «aunque», añade, «en muchos casos una editorial se haya transformado también casi en una plataforma de difusión de la lectura, por todas las actividades que tenemos que organizar para que nuestros libros sean visibles».
Elena Medel tiene la sensación de que la gente se engancha a la lectura en la infancia y la adolescencia. Es un momento, dice la poeta, que «casi siempre tiene que ver con el encuentro con un libro que nos zarandea. Pero entiendo que son cuestiones que deberían plantearse quienes trabajan en animación a la lectura; creo que debemos escuchar a quienes hablan desde la experiencia y el trabajo diario».
(Winston Manrique Sabogal, WMagazin, 01/03/21)